Un joven profesional tenía una familia hermosa, pero su trabajo no le dejaba tiempo para ver a su hijo: salía de casa de madrugada, y al volver, éste ya se había dormido. Pero por muy tarde que fuera, el padre no dejaba de ir a la habitación del niño para darle un beso, aunque ya estuviera dormido. Y, además, para que él supiera que había estado allí, hacía un pequeño nudo en la sábana. Todos los días se repetía la misma historia: el niño despertaba, y vería el nudo en la sábana. Eso le llenaba de alegría, porque sabía que su padre no lo abandonaría nunca.
Cuando en el colegio de aquel niño se enteraron de la situación de este matrimonio, quisieron averiguar cómo era el rendimiento del niño. Resultó ser el mejor de su clase.
domingo, 16 de agosto de 2009
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